La reproducción de las serpientes

La serpiente es un animal ectotermo que forma parte de los reptiles. Dotada de una columna vertebral, la temperatura de su cuerpo es peculiar y está cubierto de escamas. Con un modo de vida en consonancia con las estaciones, es evidente que la reproducción de las serpientes es relativamente peculiar.

Dado que la serpiente es un animal que hiberna, el período de reproducción se extiende desde la llegada de la primavera hasta mediados de otoño, cuando las temperaturas empiezan a bajar. El tipo de reproducción es sorprendente porque la pareja de compañeros sexuales no vive a menudo junta y prefiere un modo de vida independiente. Para permitir la fecundación en caso de necesidad, las hembras tienen la capacidad de almacenar espermatozoides. De esta manera, cuando desean engendrar, pueden reutilizar este semen para unirlo a su óvulo y quedarse embarazadas. 

El macho generalmente se aparea con varias hembras durante este período. El fenómeno propio de las serpientes reside en que, habiendo copulado con varios machos, la hembra puede dar a luz varias veces a crías que tendrán todos un padre diferente. La búsqueda de compañeros se facilita si las serpientes han hibernado juntas, pero la mayoría de las veces la búsqueda se realiza en la naturaleza donde los especímenes son numerosos porque cada uno busca un compañero para el apareamiento. Cuando el macho encuentra una hembra que puede convenirle, se frota contra ella, se coloca sobre su espalda. La presencia de convulsiones por parte de la pareja femenina es la señal de que está lista para aparearse y entonces levantará la cola para permitir la copulación. Ésta puede durar varias horas en las serpientes.

La inteligencia de la hembra en esta materia hace que esta especie animal sea la única capaz de decidir cuándo desea tener una cría. De hecho, la fecundación puede tener lugar inmediatamente después del apareamiento si la hembra considera que el período es favorable. Por el contrario, puede decidir hacer una reserva de espermatozoides en sus oviductos, que están previstos para tal efecto. Esta práctica es realizada especialmente por especies que tienen una corta temporada de apareamiento y van a aprovechar para aparearse varias veces antes de pasar a la fecundación. En cualquier caso, la hembra se asegura de que las crías no vengan al mundo durante el período de hibernación ya que no serían capaces de sobrevivir al frío.

Varias especies de serpientes son ovíparas, lo que significa que las hembras ponen huevos. Son más presentes en las regiones cálidas porque las condiciones climáticas favorables son indispensables para el desarrollo de la cría. Después de poner el huevo, será necesario esperar hasta tres meses para que se desarrollen lo suficiente y puedan eclosionar. Durante este tiempo, la hembra busca un lugar protegido para mantener sus huevos calientes. Lo más común es que elijan vegetales muertos y elementos en descomposición porque constituyen muy buenos aislantes. En el mundo artificial, un terrario sería ideal para la ocasión. El lugar elegido debe poseer cierta humedad porque el huevo de la serpiente va a absorber agua y oxígeno durante toda su fase de desarrollo. El número de huevos puede variar dependiendo de la especie y puede llegar hasta cien. En el caso de las especies ovovivíparas, la serpiente se desarrolla en el vientre de la madre, a nivel de los oviductos. Por lo tanto, todavía es un huevo pero que permanecerá interno hasta el momento de la eclosión. Las serpientes de mar o las especies que viven más a menudo en espacios acuáticos que terrestres son de forma casi sistemática ovovivíparas.

Es importante saber que algunas especies que se pueden encontrar especialmente en las regiones cálidas de Asia están compuestas únicamente por hembras. Cada serpiente tiene la capacidad excepcional de reproducirse poniendo huevos pero no requiere de apareamiento para esta práctica. Forzando la admiración de los científicos, los huevos desarrollados por tanto solo contienen hembras pero poseen características particulares. De hecho, son clones de la madre pues presentan el mismo ADN en todos los aspectos, lo cual es un hecho realmente excepcional. Sin embargo, es posible observar que estas especies pueden multiplicarse durante varias generaciones pero sufren de una falta de diversificación de su ADN que podría permitirles mejorar sus capacidades. De esta manera, tienen dificultades para adaptarse a los diferentes espacios y sobre todo a las distintas condiciones climáticas, volviéndose así cada vez más escasas. 

Cuando el huevo ha madurado, la cría de serpiente que se encuentra en su interior logra perforar la cáscara gracias a un diente de eclosión previsto para ello que desaparecerá un tiempo después. Se ubica en su hocico y cada cría sabe utilizarlo de manera innata, lo que permite entonces a las serpientes seguir proliferando dado que muchas hembras abandonan sus huevos una vez puestos. Particularmente frágil en los primeros días, sin embargo, necesitará de una ayuda externa para sobrevivir por lo que se queda cerca del lugar de eclosión para encontrar qué comer y aprovechar el calor presente. Una calefacción y una luz UVB pueden ser instaladas por las personas que realizan la cría. Para las serpientes venenosas, es importante saber que son capaces de crear veneno desde el día de su nacimiento.