¿Mi gallina tiene coccidiosis?

La gallina (Gallus Gallus) está afectada por 9 coccidias diferentes, de las cuales 5 (o incluso 7) son importantes desde el punto de vista médico. Se localizan en diferentes partes del intestino delgado y crean lesiones allí. Eimeria Tenella, E. Necatrix y E. Brunetti son las más virulentas, E. Acervulina y E. Maxima causan síntomas más moderados, E. Mitis y E. Praecox son casi no patógenas.

Independientemente de la especie, el ciclo del parásito es el mismo; un huevo llamado ooquiste simple es excretado al medio por una gallina infestada. Después de una fase llamada de "esporulación", que dura de 18 a 48 horas bajo condiciones favorables, este ooquiste simple se convierte en un ooquiste infectante. Una vez ingerido por una gallina, se multiplicará en las células del intestino delgado, que finalmente estallarán. Este fenómeno es el origen de los síntomas de la coccidiosis, que aparecen en 4 a 7 días. A su vez, la gallina recién infestada excreta parásitos en sus heces en forma de ooquistes simples, lo que mantiene su infestación y contamina nuevas gallinas. Esta fase de excreción puede ser corta y ocurrir de forma irregular en el tiempo. No necesariamente ocurre al mismo tiempo que la enfermedad.

Las gallinas pueden estar simultáneamente infectadas por diferentes coccidias, ellas mismas en diferentes etapas.

La coccidiosis es tan común que la contaminación es casi inevitable, sin que eso genere síntomas; por lo tanto, es la enfermedad, y no la contaminación lo que se buscará evitar. Las coccidias pueden aparecer en una granja tras la introducción de un animal infectado, o por vectores llamados "pasivos" como los insectos o el equipo de cría. Después del primer contacto, la gallina desarrolla inmunidad que la protege contra las reinfecciones. Sin embargo, si la cantidad de parásitos es demasiado grande o si la gallina está debilitada por otras enfermedades, el sistema inmunológico se ve superado y se declara la coccidiosis "enfermedad".

¿Cuáles son los síntomas en la gallina?

Hay formas agudas y crónicas. La intensidad de los síntomas varía según el tipo de coccidia implicada. Los animales jóvenes están particularmente expuestos al riesgo de coccidiosis porque no tienen ninguna protección inmunitaria contra la coccidiosis.

-Eimeria tenella es la única coccidia que se localiza en los ciegos. Produce una coccidiosis cecal hemorrágica. La gallina está muy debilitada, las mucosas están pálidas. Los pollos jóvenes de 2-3 semanas son los más sensibles.

-Eimeria necatrix y Eimeria brunetti causan una diarrea de aspecto mucoso sanguinolento. Las aves están frías, decaídas y pierden peso. La hemorragia puede ser masiva y la mortalidad es frecuente.

-Eimeria maxima y Eimeria acervulina son menos patógenas. Sin embargo, causan diarrea, la cual a veces puede ser sanguinolenta, así como una disminución de la puesta y pérdida de peso. Las heces pueden adquirir un color rosa anaranjado.

Por lo tanto, la coccidiosis generalmente causa diarreas y retrasos en el crecimiento, así como disminuciones en la puesta. Las plumas alrededor del cloaca están sucias. En el caso de las formas crónicas, a veces los únicos síntomas visibles son apatía y un plumaje erizado.

Independientemente del tipo de coccidia que podría ser responsable de la enfermedad de su gallina, la conducta a seguir es la misma. La higiene del gallinero, así como la presencia de otras enfermedades, influyen mucho en la intensidad y frecuencia de la coccidiosis. Esta enfermedad es por lo tanto menos frecuente si hay una baja densidad de gallinas y si están bien cuidadas.

La sospecha de coccidiosis en una gallina enferma, y la confirmación de esta sospecha podrán ser hechas por el veterinario. Esto podría incluir coproscopías es decir, la búsqueda de ooquistes en las heces y su evaluación cuantitativa (lo que puede ser de interpretación delicada teniendo en cuenta que todas las gallinas están, en diferentes grados, infestadas por las coccidias sin que esta infestación sea directamente responsable de los síntomas observados), o la observación en la autopsia de las lesiones provocadas por las coccidias en el intestino delgado o los ciegos de la gallina. El diagnóstico es difícil basado únicamente en signos clínicos ya que estos son muy poco específicos.

Mi gallina tiene coccidiosis, ¿qué hacer?

La lucha contra esta enfermedad no tiene como objetivo la erradicación de las coccidias (lo que es de todas formas ilusorio), sino la obtención de un equilibrio. Es necesario que la gallina esté en contacto con las coccidias de manera moderada y continua, para que se desarrolle inmunidad. Así, la gallina albergará coccidias, pero no estará enferma. Actualmente disponemos de varios medios para alcanzar este equilibrio:

                -la higiene: una buena higiene es fundamental para disminuir la presión de la contaminación, es decir, la cantidad de coccidias presentes en el entorno de la gallina. Hay que saber que los ooquistes son extremadamente resistentes y los desinfectantes generalmente son ineficaces. Solo los tratamientos térmicos son realmente útiles para eliminarlos, lo que no es necesariamente factible en la cría de recreo. Es importante mantener la cama limpia y seca para limitar su desarrollo, ya que los ooquistes simples necesitan calor y humedad para esporular. La ingestión sigue siendo la principal vía de contaminación. Por lo tanto, se debe asegurar la limpieza de los comederos y bebederos. Los suelos tipo "rejilla" que limitan el contacto con los excrementos pueden jugar un papel favorable en la prevención de la coccidiosis.

                -los tratamientos preventivos (quimioprevención): Diferentes moléculas llamadas «coccidiostáticos» están disponibles. Son aditivos distribuidos en el alimento a dosis que permiten contener la infestación de las gallinas para que esta permanezca moderada y no genere síntomas. Hay que saber que muchos tratamientos dejan residuos en los huevos de las gallinas y por lo tanto no son accesibles a las gallinas ponedoras. El uso de coccidiostáticos en prevención en la gallina ponedora está prohibido. Si consume la carne de sus gallinas o pollos, también tendrá que respetar un "tiempo de espera", es decir, un plazo entre el tratamiento y el consumo de carne suficiente para permitir la eliminación de residuos.

Sin embargo, las medidas preventivas tienen sus límites. Una vez declarada la enfermedad, los tratamientos anticoccídicos también son posibles, generalmente administrados en el agua de bebida. Generalmente, se trata de sustancias de la familia de las Sulfonamidas, Ionóforos como el Monensin, o derivados heterocíclicos como el Clazuril o el Toltrazuril.

En todos los casos, es muy importante consultar a su veterinario para hacer un uso razonado de estos productos. De hecho, su uso inadecuado puede ser en parte responsable de la aparición de resistencias y por lo tanto de una pérdida de eficacia de estos productos. Además, si se utilizan en exceso, los anticoccídicos pueden impedir el desarrollo de la inmunidad en la gallina. Respete bien la dosis recomendada por su veterinario.

-la vacunación: El tratamiento de la coccidiosis es difícil y la quimioprevención está prohibida en la gallina ponedora. Por lo tanto, los esfuerzos se han centrado en orientar la lucha hacia la prevención de la enfermedad sin recurrir a aditivos. Los investigadores han desarrollado vacunas contra la coccidiosis. Si es necesario, su veterinario podrá proporcionársela. La desventaja es que el costo de la vacuna es importante y que el tamaño del contenedor no está adaptado a las granjas de esparcimiento.

Por otro lado, se están realizando trabajos para intentar seleccionar gallinas genéticamente más resistentes a la coccidiosis. Actualmente

Pauline Denoeux