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¡Quiero un hurón!

Cuando se desea adoptar un hurón, es ante todo un acto de valentía y un acto de rescate: de hecho, el hurón recogido seguramente tuvo que ser abandonado o dejado en una asociación de protección animal y como todo compromiso, a veces requiere reflexión para asegurarse de la elección que se hace. Pero cuando la decisión está tomada, cuando uno se siente preparado, entonces hay que lanzarse teniendo conocimiento de ciertos criterios para adoptarlo, para convivir con él, para criarlo bien, etc.
Antes que nada, hay que saber que un hurón vive en promedio 9 a 10 años y que es un animal muy juguetón cuyo carácter se parece enormemente al de un gatito que quiere descubrir todo, que siempre quiere jugar y que, por consiguiente, va a disfrutar causando revuelo en la casa de su dueño.


Índice:

 




 

Su comportamiento

Adoptar un hurón conlleva responsabilidades de las que hay que ser plenamente consciente.
El hurón tiene un olor singular, almizclado y hay que reconocerlo y soportarlo para vivir con este pequeño animal.
Es un animal que conserva siempre sus instintos de cazador, muerde o incluso muerde con bastante frecuencia (sobre todo en caso de desconocimiento) y es por eso que no se recomienda para niños pequeños.
El hurón adora… husmear, es decir, le gusta pasearse por todas partes, meter su nariz en los asuntos de otros, descubrir, y las travesuras nunca están muy lejos. Siendo muy activo, debe poder correr en todas direcciones y puede convivir fácilmente con animales más grandes que él como el perro o el gato, pero no se recomienda que cohabite con otros roedores pues despierta sus instintos de cazador.

 

¿Cómo domesticarlo?

Hay que saber que el hurón tiene una enorme necesidad de afecto, que requiere cuidados atentos y mucha disponibilidad como lo haría un perro o un gato. Aunque a menudo se propone una jaula para el hurón, no le gusta estar encerrado permanentemente porque su deseo de descubrir, de hurgar, de jugar es más fuerte que todo: es por eso que muchas personas lo pasean al final de una correa, por ejemplo, para dejar expresar plenamente su instinto, al menos una vez al día.
El hurón, por todas estas razones y su increíble necesidad de husmear, no puede ser dejado solo en libertad pues causaría serios estragos en un hogar. Extremadamente activo, nunca se detiene: corre, juega, trepa, caza, husmea, muerde. Si uno no está seguro de poder cogerlo en sus manos, es preferible evitar hacerlo ya que gestos bruscos por parte de un humano podrían asustar al animal que se defendería entonces con mordidas, por ejemplo.

El hurón es un pequeño mustélido muy inteligente que reconoce a su dueño y se comportará de manera diferente con extraños, así si parece "distante" con uno u otro, es solo porque está desafiando a la personas, el hombre rara vez es la fuente principal de sus intereses.
Pero para atraer su atención, se puede engatusar con juguetes: si se toma tiempo para jugar con él, el hurón considerará a la persona como "especial" y se establecerá la confianza entre él y la persona. Para que entienda que lo llamamos, no hay que dudar en asociar su nombre con un pequeño silbido, por ejemplo, porque será más sensible a ello.
De igual manera; cuando el hurón hace algo bien como usar (finalmente) su letrina o responder a su nombre, no hay que dudar en recompensarlo con una golosina para que asocie el gesto y la recompensa con algo positivo: así, con el paso del tiempo, el hurón se acostumbrará a todas estas atenciones y se podrá establecer una verdadera relación con toda tranquilidad.
En lo que respecta a la letrina precisamente, el funcionamiento sigue siendo inmutable: mientras que el hurón considera más su caja de letrina como un espacio de juego, hay que ante todo forrar el fondo del cajón con papel periódico para facilitar la limpieza y en cuanto lo sorprendamos haciendo sus necesidades fuera de la letrina, hay que colocarlo inmediatamente sobre ella para que asocie necesidades y letrina. No hay que limpiar la letrina sistemáticamente pues debe conservar algunas "huellas", algunos olores del animal para que lo identifique.
Como se mencionó anteriormente, el hurón adora correr en todas direcciones pero debe ser absolutamente vigilado: un arnés o una correa son excelentes accesorios en esta situación.
Para alimentarlo, finalmente, el hurón digiere bastante mal lo que no está adaptado a su organismo, salvo las proteínas animales. Las frutas y los vegetales pueden ser intentados en ocasiones. En cuanto a la elección del hurón, es importante elegir un animal con ojos brillantes, expresivo, con un comportamiento vivo y curioso. Su pelaje deberá ser brillante y suave, lo que muestra una señal de buena salud.

 

El material indispensable

Aunque el hurón sea un pequeño animal, no por ello requiere menos tener material consigo, para que podamos velar por su buena salud, su buen humor y para "aliviar" ese temperamento de juguetón y curioso.

En particular, podemos pensar en:
- Un comedero: por supuesto, para que se alimente y debe ser lo suficientemente pesado para que no lo vuelque jugando
- Una botella de agua para conejos o un pequeño cuenco fijado al suelo para que tampoco lo vuelque. El recipiente debe estar siempre lleno porque el hurón bebe muchísimo.
- Sábanas para su jaula: en lugar de forrar el fondo de su jaula con virutas de madera que podrían herirlo porque las ingiere, la sábana asegura su seguridad.
- Una hamaca o un pequeño túnel: cuanto más pueda jugar y correr a través de obstáculos, más feliz será.
- Juguetes de caucho en particular y peluches.
- Un champú: puede parecer sorprendente pero es útil lavarlo. Sin embargo, se debe usar con mesura porque su piel podría resecarse.
- Un cortaúñas o una pinza para desgarrar
- Herramientas, dispositivos para camuflar el acceso a las macetas y otros objetos decorativos del hogar porque al hurón le encanta ante todo escarbar y cavar, por lo que hay que prevenirse.
- Arneses y una correa.
- Alimentación: algunos comen comida suave como paté y otros están acostumbrados a piensos. También existen golosinas adaptadas al hurón. En todos los casos, no hay que dudar en pedir consejo a un especialista en una tienda de animales, por ejemplo.



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