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El asma en los gatos

Se estima que del 1 al 5% de los gatos sufren de asma. Sin embargo, hay una gran posibilidad de que esta prevalencia esté subestimada. El asma puede ocurrir a cualquier edad, aunque son más susceptibles los jóvenes adultos entre 1 y 8 años. Por otra parte, parece que los gatos siameses tienen una predisposición genética hacia esta patología. Se trata de una enfermedad que puede tener importantes consecuencias a corto plazo, en particular dificultades respiratorias, pero también a largo plazo, ya que puede alterar la estructura de los pulmones y causar lesiones.

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¿Cuáles son las causas del asma en gatos?

El asma corresponde a una obstrucción reversible de los bronquios. Tanto en gatos como en humanos, los mecanismos subyacentes no se conocen completamente, pero parece que se trata de una reacción alérgica. En respuesta a un alérgeno presente en el aire, frecuentemente ácaros del polvo, los músculos de la pared de los bronquios se contraen: esto es lo que se conoce como broncoespasmo. Además, se desarrolla una inflamación: la pared de los bronquios se vuelve edematosa y el mucus, cuya producción es estimulada, se acumula. Todo esto conduce a una obstrucción de los bronquios y dificulta la circulación del aire en los pulmones. La expiración se vuelve difícil, y el gato tiene que hacer un esfuerzo y contraer sus músculos para poder expeler el aire de sus pulmones. El asma puede tener un carácter estacional, especialmente cuando el alérgeno inculpado es un polen, por ejemplo. Esto sigue siendo bastante raro.

¿Cuáles son los síntomas del asma felina?

El asma se manifiesta por dificultades respiratorias, una tos o ruidos respiratorios, como silbidos. El gato se encuentra decaído y los síntomas empeoran con el estrés o el esfuerzo. Generalmente, el asma se presenta en una forma crónica con episodios agudos intermitentes. Hay entonces grandes similitudes con el asma humano. Los episodios agudos pueden ser bastante espectaculares: el gato se tumba, con la cabeza estirada hacia adelante, la boca entreabierta y muestra grandes dificultades para respirar. En esta situación, trata de mantener la calma y evitar someter a tu gato a un estrés excesivo que agravaría su estado. Sin embargo, se trata de una urgencia que requiere consultar rápidamente a tu veterinario.
No existe hasta la fecha ninguna prueba para diagnosticar el asma con certeza. En reposo, entre ataques o en el momento de la consulta, el gato puede no presentar ningún síntoma, lo que añade una dificultad al diagnóstico. Al auscultar las vías respiratorias, a veces es posible oír crepitaciones o silbidos. Puede darse un ligero engrosamiento de los bronquios en las radiografías pulmonares, pero en algunos gatos asmáticos estas pueden ser completamente normales. Otros exámenes complementarios podrían eventualmente aportar información útil al veterinario, para ayudarle a diferenciar el asma de otras enfermedades, en particular de bronconeumonías bacterianas, parasitarias o fúngicas.
El diagnóstico del asma se basa entonces en la descripción de los síntomas por parte del propietario, la exclusión de otras enfermedades que causarían síntomas similares, y la respuesta al tratamiento establecido.

¿Cuál es el tratamiento del asma en gatos?

El tratamiento depende mucho de la severidad de la enfermedad y la frecuencia de los ataques, que son muy variables de un gato asmático a otro. En todos los casos, es imposible obtener una cura completa y definitiva. No obstante, el establecimiento de un seguimiento médico es importante, ya que si no se trata, el asma puede llevar a ciertas complicaciones. Los objetivos del tratamiento son mejorar la calidad de vida del gato y prevenir la aparición de complicaciones y crisis agudas. Para ello, se debe disminuir la secreción de mucus, atenuar la reacción inflamatoria y dilatar los bronquios.
El gato asmático podría necesitar tratamiento fuera de los ataques, adaptado a la intensidad de sus síntomas. Este hace llamado más a menudo a broncodilatadores, así como a corticoides para luchar contra la inflamación. Estos dos tratamientos actúan en sinergia. Se pueden administrar por vía general o local mediante una cámara de inhalación, a veces varias veces al día.  
Las cámaras de inhalación se componen de una máscara que se mantiene presionada contra el hocico del gato, y de un compartimento en el cual se coloca un spray dosificador conteniendo el medicamento a inhalar. Hay que asegurarse de que el gato respire normalmente en la máscara, la cual debe mantenerse en su lugar durante unas diez inspiraciones. La utilización de la aeroterapia es muy interesante, ya que las sustancias activas se depositan directamente en las vías respiratorias. El empleo de una vía de administración local también permite reducir los efectos secundarios de los corticoides. No obstante, cuando el asma es severo esto no siempre es suficiente y puede ser necesario recurrir a la administración de comprimidos por vía oral. Se prescribirán antibióticos si es necesario, únicamente en caso de sobreinfección bacteriana.
Por otra parte, en el día a día, se debe evitar en el gato ciertos factores susceptibles de favorecer la aparición de crisis o incluso de desencadenarlas: el estrés, sustancias irritantes como humos, polvo y aerosoles.

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