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Cómo cuidar de un gato senior

Un gato vive en promedio de 14 a 16 años y ¡hay gatos que tienen más de 20 años! Claro que, si viven en un piso o una casa, lejos de los peligros de la calle, si están esterilizados y protegidos contra las enfermedades comunes, las posibilidades de tener una vida larga y feliz aumentan significativamente. Cuidar de un gato mayor significa ser aún más atentos a los síntomas de las diferentes enfermedades.
Los gatos mayores tienen de hecho un sistema inmunitario más vulnerable y, por lo tanto, están más expuestos a virus e infecciones: los hábitos alimenticios (pérdida de apetito, sed o hambre excesivas y dificultad para tragar) deben ser constantemente vigilados.
El comienzo del envejecimiento del gato generalmente ocurre alrededor de los 10 años de su vida. A partir de esta edad, se aconseja realizar un control de salud anual completo: exámenes clínicos, pruebas de sangre y cualquier evaluación necesaria en caso de síntomas de enfermedad. También es importante prestar mucha atención a los cambios repentinos en las costumbres del animal y evitarle, tanto como sea posible, cualquier fuente de estrés.




 

¿Cuáles son los primeros signos del envejecimiento?

Los primeros signos del envejecimiento se pueden ver en el pelaje, que forma pequeños "mechones", señales de cierta deshidratación y de un aseo más descuidado. Una pérdida de peso demasiado significativa (atrofia muscular, disminución de la eficiencia del sistema digestivo), movimientos más lentos y menos ágiles (dolor artrítico), un iris muy velado, incisivos que se caen, caninos dañados y molares con sarro, también son síntomas de envejecimiento.

Una de las principales exigencias ante estos cambios es la alimentación. Como ocurre con los humanos, la eficiencia del sistema digestivo disminuye y los gatos mayores pueden carecer de apetito y encontrar dificultades para masticar. Todas estas pequeñas patologías pueden conducir a una pérdida de peso notable.

Especialmente en lo que respecta a la alimentación, el gato mayor puede parecer más exigente, porque sus percepciones sensoriales disminuyen y, por lo tanto, es menos sensible a los olores como antes. Para estimular mejor su apetito, puedes por ejemplo calentar un poco su comida, para que pueda despedir un aroma más apetitoso. Si te das cuenta de problemas de masticación, puedes considerar cambiar de un alimento seco a un alimento húmedo.

Las necesidades energéticas de un gato mayor son obviamente inferiores a las de un gatito o un gato adulto. Para evitar la obesidad, elija preferentemente alimentos específicos para gatos mayores y siga las instrucciones en función del peso, la edad del gato, su actividad física (dependiendo de si el gato vive en el interior o al aire libre) y de si está o no esterilizado.

También se aconseja complementar su alimentación con ácidos grasos poliinsaturados.
 

Los siguientes aspectos deben vigilarse muy de cerca:

- Los dientes: Con la edad, los dientes pueden crear problemas para el gato y causar gingivitis repetidas y dolorosas. Por lo tanto, es necesario controlarlos regularmente y pedir consejo al veterinario si es necesario extraer, realizar un destartraje o cualquier otra terapia
- El pelaje: A medida que envejecen, los gatos se vuelven menos ágiles y no pueden asearse como antes. Su pelaje se vuelve entonces más opaco, graso y con caspa. No se recomienda bañar a los "gatos viejos", a no ser que sea absolutamente necesario: adquiere el hábito de limpiarlo con una toallita desechable neutra (como la utilizada para los niños) y cepíllalo suavemente. Además de una mejor apariencia y una mejor salud de la piel y del pelo, esto creará un momento de gran complicidad entre tu animal y tú.
- La artritis y la hipotonía muscular: Los viejos mininos, por pereza o debido a las afecciones de su edad, pueden sufrir de hipotonía muscular, es decir, una disminución del tono muscular. Por tanto, debes alentarlo a moverse y jugar con pequeñas pelotas u otros juegos a base de hierba gatera.
- Los ojos y los oídos: El oído puede disminuir, pero en general esto no tiene un impacto severo en el estilo de vida del gato. En cuanto a los ojos, la catarata es una de las patologías más frecuentes, pero el gato posee una capacidad de adaptación notable a la pérdida progresiva de la vista. La ceguera súbita (el gato está cada vez más desorientado, con las pupilas cada vez más dilatadas) es causada por un desprendimiento de la retina (debido a una insuficiencia renal) y es irreversible. Si esto le ocurriera a tu amigo de cuatro patas, no te aflijas, porque en este caso también sabrá adaptarse muy bien a su nuevo entorno.
- El trastorno cognitivo :  Puede ocurrir que un gato mayor modifique su comportamiento, que no puede ser explicado por condiciones de salud deterioradas. Esto está principalmente asociado al envejecimiento del cerebro: se trata del “síndrome de disfunción cognitiva”, más comúnmente conocido como demencia senil. El síntoma más frecuente se manifiesta por la aparición de un ciclo de vigilia-sueño alterado del gato que ya no duerme por la noche, sino que deambula por la casa maullando de manera lastimera y sin que se pueda consolar o calmar. El tratamiento más indicado para tratar y cuidar este tipo de patología es el uso de antioxidantes como la vitamina E y la vitamina C, así como los ácidos grasos omega. Numerosos estudios han demostrado que estas sustancias pueden asegurar de manera muy eficaz la protección de la célula cerebral.
No son muy frecuentes, pero las neoplasias pueden manifestarse en los gatos. Los animales que sufren de tumores adelgazan muy rápido y dejan de alimentarse. Una consulta con el veterinario resulta indispensable, para que pueda establecer un diagnóstico más completo y verificar la presencia de otros síntomas, como la ictericia o la disnea.


Finalmente, es importante destacar que una de las principales causas de muerte en los gatos mayores es la insuficiencia renal crónica. Si tu gato come muy poco y orina con mucha frecuencia, llévalo inmediatamente al veterinario para un control de los valores sanguíneos, a fin de evaluar la presencia o la progresión de una enfermedad crónica.



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