Cría de palomas y tórtolas

Las palomas y las tórtolas

Las aves de la familia Columbidae se encuentran entre las especies más conocidas y extendidas. Habitan en la ciudad, el campo y los entornos naturales del mundo, con excepción de la Antártida y las regiones más áridas del Sahara. Tenemos la costumbre de llamarlas palomas, palomitas o tórtolas, simplemente, según las costumbres locales, pero cada especie tiene sus propias características. 

Todos los Columbidae tienen una alimentación casi exclusivamente de origen vegetal, y su dieta se compone principalmente de semillas y cereales. 

Las principales diferencias anatómicas que distinguen a las palomas de las tórtolas son el mayor tamaño de las primeras y la mayor elegancia de las segundas. 

Las palomitas suelen tener un cuerpo más alargado, una cabeza más pequeña, un pico débil y la cola bastante larga.

La gran mayoría de las especies se crían por su belleza y características propias, por aficionados que aspiran a ganar premios en exposiciones y concursos; otras pueden ser criadas como palomas para el consumo humano, otras en palomares pero más a menudo en un aviario o una jaula. 

La cría

Ya practicada por los babilonios y los egipcios y muy extendida en la antigua Grecia, la cría de palomas también ha sido floreciente desde la Edad Media hasta nuestros días. A excepción de la cría de palomas "viajeras", que gracias a su agudo sentido de la orientación, han sido utilizadas para enviar mensajes, y de las especies de cría denominadas de «ornamento», para satisfacer el deseo de originalidad de pequeños grupos de individuos, hoy en día la cría de esta bella especie de ave está principalmente orientada a la producción de carne, debido a la alta fertilidad y fecundidad de esta especie. 

Entre las palomas de carne, las principales razas están representadas por el King Blanco y el Texan Pioneer. La cría de estas razas se realiza a menudo en grandes cobertizos donde se colocan grandes jaulas, que acogerán las "parejas" de animales. Cada caja contiene generalmente de 16 a 24 "parejas" y dispone de un comedero y un bebedero de plástico o acero inoxidable, conectados a un tanque central al que se añaden vitaminas y suplementos alimenticios. La profundidad de los bebederos debe ser de al menos 3 cm, ya que la paloma, a diferencia de otros pájaros, traga los líquidos por succión y no por gravedad. Además de estos accesorios, la presencia de un nido para la incubación y una voladera (una especie de jaula orientada hacia el exterior para mejorar el bienestar del ave) son necesarias e indispensables. En cada jaula, se debe colocar una malla con un pozo séptico (a limpiar regularmente) y una cama de arena gruesa. Para mantener el plumaje en excelente estado, se aconseja poner en la jaula bandejas de agua, para la higiene de las aves. 

Después de que la hembra ponga los huevos, hay que contar aproximadamente 18 días antes de que eclosionen. Tanto la hembra como el macho se encargan de la eclosión y del destete. Cuando los jóvenes alcanzan aproximadamente 10-12 días de vida, serán equipados con un anillo, que representa la identidad de la tarjeta de identidad del animal y entregado por las autoridades competentes. Esto permite conocer toda la información esencial como la fecha de nacimiento, el país de origen y el lugar de cría. Los jóvenes palomos tienen sus propias necesidades, por lo que se deben mantener separados de los ejemplares adultos, preferentemente colocándolos en jaulas individuales. Los adultos no emparejados también necesitan un espacio dedicado para evitar molestar a las parejas y a los jóvenes. La paloma es un animal territorial y, por lo tanto, tenderá a defender su espacio de cualquier intrusión.

La expectativa de vida de la paloma es muy larga y puede llegar hasta 20 años. El animal debe ser alimentado con cereales ricos en vitaminas y oligoelementos, conchas de caracoles (para una correcta aportación de calcio), hierbas tiernas y brotes. La paloma adulta muda: cambia sus plumas una vez al año y durante este período debe permanecer en un lugar que no sea ni demasiado húmedo ni demasiado seco, para evitar enfermarse.